¿Nos estamos pasando con el ‘running’?
18 de abril de 2016
Dos aficionados fallecieron el fin de semana pasado en una maratón en Castellón. En febrero, otro murió en Aragón. Hay que pasar un reconocimiento médico, pero también es una cuestión matemática: cada vez más gente sale a correr.
Paco Amat y Juan Barros son los nombres de los dos últimos corredores fallecidos durante una carrera en España. No se conocían, pero la suerte, la mala suerte, les ha unido para siempre en una estadística tan negra como difusa, la de los atletas populares que sufren alguna indisposición durante la práctica deportiva. Paco y Juan participaban el domingo 10 en la Maratón Vías Verdes de Ojos Negros, en la localidad castellonense de Navajas, una prueba de 42 kilómetros que transcurre por antiguas vías de tren con un perfil favorable y en descenso. El primero, de 57 años, cayó desplomado cuando le faltaban 17
Fuente:www.elnortedecastilla.es
kilómetros para la meta. Todavía no había llegado al temido ‘muro’ que siempre mencionan los atletas acostumbrados a esta distancia, que cada vez son más porque correr ya no es de cobardes, sino de rostros tan conocidos como los de Anne Igartiburu, el cocinero Quique Dacosta, el actor Álex González, directivos de grandes empresas como José María Álvarez de Pallete, de Telefónica, y Jesús Ansede, del BBVA...
El segundo, de 45, se sintió indispuesto después de ducharse en el hotel. «Ninguno de los dos era novato», confirma Sonia Jurnet, gerente de la empresa organizadora, Diversport, y directora técnica de la prueba. «Es la primera vez que nos pasa algo así». Su equipo lleva cinco años coordinando pruebas de este tipo y «nunca» se había enfrentado a un golpe similar. Los casos de Paco y Juan son impactantes, pero, por desgracia, no extraordinarios. En los últimos seis meses, la prensa ha recogido al menos cuatro más: uno en tierras marroquíes y los otros en territorio nacional. Y las estadísticas, aunque no son concluyentes porque no existe un registro oficial, hablan de una horquilla de entre 100 y 200 deportistas (no solo corredores) que fallecen al año por muerte súbita.
Daniel de la Tova salía a correr con un grupo de entrenamiento de Zaragoza llamado 7,45. El 28 de febrero se presentó en la línea de salida de la Carrera del Ebro dispuesto a completar los 30 kilómetros de la versión ‘trail’ -de montaña- con su amiga Charo. A seis de llegar, colapsó. «Se mareó y se tuvo que sentar». No pudieron hacer nada por salvarle. Tenía 41 años. Ante situaciones como esta, la pregunta es: ¿se nos está yendo de las manos esto del ‘running’? «No creo. Las estadísticas no reflejan un aumento de la muerte súbita en la práctica del atletismo», responde Paco Borao, presidente de la asociación internacional de maratones y organizador de la de Valencia. «Nosotros no hemos tenido ningún caso así en 35 años, aunque es pura coincidencia: un día sucederá», admite con sensatez.
Pedro Nimo, uno de los grandes profesionales de maratón de nuestro país, tampoco cree que los 42 kilómetros sean una distancia peligrosa: «Lo que está ocurriendo es una combinación de dos cosas».
En Francia e Italia piden un certificado médico a los corredores aficionados
Por un lado, «es una cuestión matemática: cuando se junta mucha gente para practicar algo, existe la posibilidad de que alguien muera, pero como cada día ocurre en una ciudad cualquiera». La Revista Española de Cardiología recoge que el 12% de las defunciones que se producen de forma natural son súbitas. Por otro, es «algo más grave y peligroso: la falta de respeto a la distancia y de ‘formación’ deportiva, de conocer nuestros límites».
El test de la Behobia
Aunque Nimo tampoco descarta otro factor más aleatorio, «la mala suerte». La que se llevó a Arantza Ezquerro, de 30 años, el 11 de noviembre de 2013 durante la Behobia-San Sebastián (20 kilómetros exigentes). Nimo ganó aquella edición, pero en la ducha, lejos de celebrar la victoria, lloró por Arantza. «Es curioso cómo alguien a quien no conocía de nada te cambia tanto la forma de ver y entender la vida. Fue una muerte injusta, pero natural. Había hecho el test de esfuerzo y otras pruebas». Al año siguiente, Nimo se proclamó campeón de España de maratón en San Sebastián y le dedicó la victoria. «Recordaré aquella Behobia el resto de mi vida».
La prueba guipuzcoana es mítica por muchas cosas: su historia, su belleza, sus cuestas... En los últimos 15 años se ha enfrentado cuatro veces a la muerte de un participante. Además de Arantza, también fallecieron Asier Torrente, de 23 años, en 2002; César Elorduy, de 40 años, en 2009; y José Javier Suescun, el año pasado. No todas fueron muertes súbitas, la primera y la última «estuvieron originadas por un golpe de calor», precisa Iñigo Etxeberria, coordinador de la prueba desde el año 2000. Su equipo ya está trabajando en la próxima edición y como novedad cuenta con un comité asesor en cuestiones de salud con gente «independiente» y muy destacada. Entre ellos, Esteban Gorostiaga, que puso firme al Barça de Pep Guardiola.
A todos los interesados en apuntarse a esta carrera se les recomienda rellenar un cuestionario que puede dar pistas de si algo no va bien. «De las seis ‘Majors’ (las grandes maratones del mundo), solo Berlín hace algo similar», destaca Etxeberria. Ni siquiera lo ofrece la más famosa, Nueva York, en la que todos tenemos un conocido que ha participado o piensa hacerlo. El año pasado se apuntaron el chef Paco Roncero, Alfonso de Borbón, el presentador Jaime Cantizano y el torero Manuel Díaz ‘El Cordobés’ con su mujer, Virginia Troconis. Muestra inequívoca de que correr da caché.
«Normalmente hay fallecidos en las carreras de larga distancia, pero no debería ser normal ni dejar de ser anecdótico, como está pasando últimamente», explica Pedro Manonelles, presidente de la Sociedad Española de Medicina del Deporte y cátedra internacional de esta disciplina en la UCAM. ¿Se podría frenar sin dejar de correr? El experto apuesta por el sí. Hay que «tener sentido común, realizar la actividad de acuerdo con las posibilidades reales, sin marcarse retos inalcanzables, y asegurarse de que no hay contraindicaciones mediante unreconocimiento médico deportivo». Es decir, pasando la ITV para saber que no solo nos sientan bien las cada vez más sorprendentes mallas (que ya se han lanzado a diseñar las firmas ‘low-cost’ como Inditex, H&M y Mango), sino que estamos cañón por dentro. Hacerse una prueba de esfuerzo completa(la que incluye electrocardiograma) «es necesaria porque te dice si eres apto para la práctica del deporte y porque te da, además, los ritmos a los que entrenar», precisa el preparador. Antonio Pastor, socio de Personal Running, una empresa que asesora a 450 deportistas.
Como un caramelo
¿Evitamos con esto los accidentes coronarios en carreras? En parte sí... Pero no al cien por cien. «La garantía absoluta no existe» en este asunto, destaca el doctor Manonelles. El comité de la Behobia va más allá: «Cuando no se detectan problemas al contestar el cuestionario que tenemos, las opiniones de las diferentes sociedades científicas son divergentes». Van desde la que dice «que no hace falta hacerse un reconocimiento médico», hasta la que «recomienda un examen físico-médico o un electrocardiograma de reposo». Eso sí, aclaran que «ninguna de esas sociedades recomienda una prueba de esfuerzo por sistema». También hay quien reclama que se siga el modelo francés e italiano, que piden certificados médicos a los corredores populares, que son mayoría: en la última maratón de Barcelona, de los 20.000 participantes solo un 1% estaban federados en atletismo. Sin embargo, los estudios no reflejan ninguna reducción de las muertes en las carreras con esta medida.
Lo que también hay que tener presente cuando salimos a correr es que los límites existen, sin menosprecio de los retos. El ejemplo más claro es el de Martín Fiz. «Lo que me he propuesto ahora es ganar las seis grandes (Nueva York, ya conseguida, Tokio, Boston, Berlín, Londres y Chicago)... ¡pero en mi grupo de edad, 50 años, no a los keniatas!». Y da un último consejo: «Lo bonito del caramelo no es el envoltorio, sino lo que va por dentro. Hay que cuidarlo». Y escucharlo.