Jan Frodeno: "Gómez Noya es el mejor rival que se puede tener"
19 de agosto 2018
El triatleta Jan Frodeno, medalla de oro en Pekín 2008 en la distancia olímpica de 1,5 kilómetros de nado, 40 kilómetros de bicicleta y 10 kilómetros de carrera a pie, y, sobre todo, dos veces ganador del legendario Ironman de Hawaii, ha publicado una autobiografía en la que relata su trayectoria como deportista.
El libro está dividido en siete capítulos, en los que Frodeno cuenta su vida. Y cada uno de ellos está antecedido de una especie de crónica en primera persona en la que el atleta narra, en presente, su segunda victoria en Hawaii, el 8 de octubre de 2016.
"Durante poco más de ocho horas tendremos mucho trabajo. Todos, unos más tarde otros más temprano, lo pasaremos muy mal en algún momento de la carrera", dice al comienzo del libro.
"¿De verdad quiero hacer esto? Sí, quiero, para ello he entrenado todo el año con un programa semanal de 25 kilómetros en el agua, 600 kilómetros en bicicleta y 110 kilómetros corriendo en la naturaleza o en el gimnasio", agrega.
La primera de las tres disciplinas en las que Frodeno tuvo un entrenamiento sistemático fue la natación y la manera como llegó a ella fue bastante curiosa.
Su familia se había trasladado a Sudáfrica y allí Frodeno se había vuelto un apasionado del surf. El hecho de que no supiera nadar bien generó preocupación en sus padres que le pusieron como condición, si quería seguir desafiando las olas, que tomase clases de natación.
Al final terminó haciendo un curso de salvavidas, con lo que se acostumbró a nadar en aguas abiertas, lo que sería clave posteriormente para su carrera como triatleta.
A la bicicleta Frodeno había llegado de la mano de su padre, ciclista apasionado que participaba en carreras populares.
En 2000, Frodeno corrió su primer triatlón, en Sudafrica, y quedó tercero. Ese mismo año, ve por la televisión la prueba de Triatlón de los Juegos Olímpicos de Sidney, donde el alemán Stephan Vukovic ganó la medalla de plata.
En la carrera había además dos atletas que él había conocido personalmente como nadador: Conrad Stoltz y Sahra Poewe. Y los deportistas que él más admiraba –sus héroes, dice– eran un nadador, Alexander Popow, un ciclista, Jan Ullrich –un ídolo que todavía no había caído en desgracia– y, sobre todo, un atleta, Haile Gebreselasie, a quien llama "el más grande".
Después, empezó su apuesta por el deporte de élite. A su regreso a Alemania, empieza a entrenar en un centro de deportistas con opciones olímpicas, en Sarrebrücke (oeste de Alemania), entre 2004 y 2008, lo que define como una de las épocas más fructíferas de su vida.
Hacia 2007, en un seminario en el que los deportistas hablaban de sus proyectos de formación y de trabajo fuera del deporte, Frodeno, que intervino el último, dejó claro cuál era su proyecto vital.
"Señores y señores, da un poco de corte decirlo, pero quiero ganar la medalla de oro en triatlón. No tengo ningún plan B, por consiguiente el plan A tiene que funcionar", dijo.
El plan A funcionó: Frodeno derrotó en Pekín 2008 en un sprint agónico a Whitefeld, pero después vino un vacío del que Frodeno tuvo dificultades para salir.
El 2009 pasó sin pena ni gloria. En 2010 no logró el título mundial para el que necesitaba quedar cuarto en la última carrera de las Series Mundiales. Terminó 41º y el título fue para el español Javier Gómez Noya a quien define como "el mejor rival que se puede tener".
Retrospectivamente, Frodeno dice que, a partir del momento de su victoria olímpica, estaba desorientado y con necesidad de definir nuevos objetivos. Además, cuando pensaba en tratar de defender su título en Londres 2012, vino una lesión cuya naturaleza tardó en ser diagnosticada.
Cuando Frodeno salió al fin del agujero, empezó a pensar en la posibilidad del Ironman como un nuevo objetivo. Para su primera carrera en la distancia Ironman, en Frankfurt en 2014, se imprimió en el muslo una frase de Mohamed Ali: "Si mi mente puede comprenderlo y mi corazón puede creerlo, es algo que puedo alcanzar".
Luego vinieron, tras conquistar el Mundial Ironman 70.3 en 2015, los triunfos en el Ironman de Hawaii en 2015 y 2016 y un año después el fracaso en su intento por lograr el tercer título consecutivo.
Ese día todo salió mal y, dice Frodeno, la pregunta que más se le ha formulado es por qué no se retiró para no arriesgar una lesión. La respuesta, resumida, es que tenía que mostrar respeto al nuevo campeón, y a los triatletas populares, atravesando el dolor y llegando a la meta.
Este año, Frodeno volverá a intentar la hazaña de ganar en Kona de nuevo. Volverá a hablar con sus músculos cuando sienta dolor para, como dice en el libro, convencerles de que se puede llegar todavía un poco más allá.