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La prueba de esfuerzo, un examen para el corazón

9 de noviembre de 2016

Se suele decir que una carrera de larga distancia -llámese media o maratón- se corre más con la cabeza que con las piernas, pero también hay que correrla con el corazón. El running está de moda. Cada vez más gente practica este deporte y se apunta a carreras populares. Pocos, o casi nadie, se han hecho alguna vez una prueba de esfuerzo. Con un test físico como éste se pueden prevenir y detectar enfermedades de corazón y evitar las muertes súbitas a causa de arritmias cardíacas. 


"Está muy bien que nos gastemos 120 euros en unas zapatillas buenísimas, pero nos estamos olvidando de algo muy importante como es la salud del corazón. Soy partidario de inculcar a la población, como algo educacional, que esto es importante y beneficioso". Así de claro lo dice Julio de la Morena, doctor de los servicios médicos Sanitas-Real Madrid. 

Como runner aficionado, y con unos cuantos kilómetros ya en mis piernas, hasta la semana pasada no me había hecho nunca una ergometría -o prueba de esfuerzo-. En el hospital Universitario Sanitas La Moraleja, pasé mi primera ITV como atleta popular en la unidad de Medicina del Deporte, justo unos días antes del Derbi de las Aficiones de Madrid, que se disputa el domingo. Una puesta a punto para revisar mi corazón y conocer dónde están mis límites. La cosa salió bien. Estoy apto. Contento. Mis niveles además están por encima de la media de los mortales. Más contento aún. A profesional no llego, pero sí para seguir disfrutando quemando zapatilla en el asfalto como hobby. Tan feliz. 

Nada más llegar a la clínica fui sometido por el doctor De la Morena a un cuestionario para que conociese mis hábitos deportivos y de vida. Me preguntó cuánto tiempo llevo realizando actividad física, qué clase de deportes practico o si he sufrido alguna lesión. 

Como un jugador del Madrid 

Tras la charla, llegó la hora de la exploración física con un análisis del aparato músculo-esquelético y una serie de pruebas complementarias como un electro en reposo, la toma del pulso o una espirometría forzada para ver mi capacidad pulmonar. Además pasé por la báscula para saber mi peso y fui medido para tomar nota de mi estatura. Por momentos, en mi imaginario, me veía como si estuviera pasando el reconocimiento médico para fichar por el Real Madrid. Estaba encima de la camilla con el pechamen al descubierto lleno de electrodos y levantando el pulgar hacia arriba con el roll up de Sanitas detrás. Ponía mi mejor sonrisa ante el reportero gráfico -Ángel Rivero- que me hacía fotos para MARCA.

Tras el primer chequeo médico tocaba subirse a la cinta para empezar la prueba de esfuerzo. Sobre el tapiz con una mascarilla por la que entraba oxígeno -más de 200 litros de aire por minuto -, y monitorizado con electrodos empecé a caminar. Fui incrementando el ritmo un kilómetro por hora cada minuto hasta que ya no pude más. Exhausto, después de un cuarto de hora corriendo y tras alcanzar una frecuencia cardíaca máxima de más de 180 latidos por minuto, había terminado. "Hemos conseguido llevarte a un esfuerzo máximo y ver tu recuperación para saber cómo funciona tú corazón", dice De la Morena. 

Los resultados dicen que mi corazón está sano. Ahora, a seguir corriendo con cabeza... Y que las piernas aguanten.

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